Internacional. La falta de regulaciones para el control de la humedad en edificios públicos y el impacto posterior en la posible transmisión del coronavirus y el impacto en la salud son aspectos analizados por Oliver Zimmermann, CEO de Grupo Condair. A continuación sus consideraciones:
Debido a la falta de apego a las regulaciones actuales sobre la calidad del aire interior (por sus siglas en inglés IAQ) en edificios públicos, sus ocupantes y visitantes son más vulnerables a los contagios por virus, como el coronavirus y la influenza. Investigaciones recientes han demostrado que mantener el IAQ por encima del 40% de Humedad Relativa (HR) reduce las infecciones virales cruzadas. Sin embargo, las regulaciones obsoletas o la falta de cumplimiento de las mismas sobre el tema, ocasionan que cada invierno los edificios como hospitales, oficinas y escuelas posean niveles de HR bajos y por consiguiente representen un riesgo de contagio para sus ocupantes.
Estudios como el de Casanova et al 20101 han explorado concretamente el papel de la humedad en la transmisión del coronavirus. Los resultados demostraron que el coronavirus se inactivaba más rápido cuando se exponía a una humedad de rango medio (50%HR), en comparación al aire seco (20%HR) o muy húmedo (80%HR). De los años 40 a la fecha existen una gran cantidad de investigaciones, que indican que una humedad interior de 40-60%HR tiene un impacto positivo en la disminución de las infecciones cruzadas y la susceptibilidad de las personas a los virus. Junto con Casanova et al 2010, la información de otros 25 estudios similares se encuentran en nuestra página web, condair.mx.
El sector de la construcción acepta un nivel de humedad interior entre el 40 y el 50% como la mejor práctica, y muchas organizaciones profesionales avalan en sus recomendaciones un nivel de humedad medio para la salud. Sin embargo, no hay regulaciones oficiales que establezcan un rango aceptable de humedad interior para lugares públicos. Por lo tanto, los diseñadores de edificios, motivados a reducir el consumo de energía y costos, no suelen incluir el control de la humedad en sus planes.
La estacionalidad de los virus, como el coronavirus y la gripe, son una prueba más del papel de la humedad en su transmisión. El aumento de infecciones en invierno corresponde a un aire interior mucho más seco. Las estrategias para contener la propagación del virus establecen con frecuencia la suposición de que las infecciones probablemente disminuirán a medida que vuelva un clima más cálido, y los niveles de humedad en interiores naturalmente regresan a un rango medio 40-60% HR. ¡No tiene que ser así! Una humedad interior saludable se puede mantener durante el invierno si los edificios incorporan la humidificación como parte de su sistema de ventilación. Esto reduciría significativamente la transmisión de enfermedades estacionales y salvaría miles de vidas en todo el mundo cada año.
Las recomendaciones para mitigar el riesgo de contagio de coronavirus se centran en gran medida en la higiene de las manos y evitar a las personas enfermas. Sin embargo, la infección cruzada de virus ocurre tanto por contacto físico como a través del aire. Como el público en general en gran medida es incapaz de controlar la calidad del aire para disminuir la infección, los gobiernos omiten este tipo recomendaciones.
La responsabilidad de gestionar la calidad del aire interior recae en última instancia en los propietarios y administradores de los edificios para asegurar la salud de los ocupantes. Esto es particularmente cierto en lo que respecta a los hospitales y centros de salud, donde las personas son más vulnerables y están más expuestas a las infecciones transmitidas por el aire. El público en general está en riesgo en este sentido, sin ninguna autoridad sanitaria en el mundo que especifique un nivel mínimo de humedad en las salas de espera.
Dada a la contundente evidencia científica de que la humedad interior de 40-60%HR es un instrumento efectivo en el control de las infecciones, y que la pandemia viral está tocando a nuestra puerta, los organismos reguladores deben escuchar a la ciencia y establecer niveles aceptables de humedad interior para la salud.