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Es así como las empresas de capital de riesgo de los Estados Unidos le dan la espalda al etanol fabricado a partir del maíz para invertir en aquel producido a partir de algas, residuos forestales y agrícolas. Muestra de ello es el pronóstico de la compañía Range Fuels que espera producir 378 millones de litros de etanol celulósico antes de 2010. Otros datos que contextualizan lo anterior advierten que hace sólo dos años se invirtieron 495 millones de dólares en la producción de etanol procedente del maíz, mientras que este año de los 6,000 millones de capital de riesgo invertidos en tecnologías limpias, ninguno ha sido destinado a la producción de etanol a partir de este alimento. Entre tanto, las empresas que utilizan para la fabricación de biocarburantes algas o celulosas han recibido buenas cantidades de dinero de los capitales de riesgo.
Todo este viraje en el mundo de las inversiones en torno a los biocombustibles ha llevado incluso a invertir en los procesos tecnológicos que garanticen la descomposición más rápida y fiable de la celulosa a través de enzimas y otros microorganismos, para de esta manera producir azúcares que fermenten como el alcohol. Dos empresas beneficiadas en este sentido son Amyris Biotechnologies en el terreno de la investigación y Range Fuels en lo que respecta a la producción.
En América Latina el tema de los biocombustibles también está en boca de muchos, fe de ello es la iniciativa del estado de Guanajuato, México, que desde hace un par de meses viene trabajando en un proyecto para la producción de etanol y biodisel, combustibles del que el país centroamericano es deficitario al tener que importar 100 millones de litros de etanol por año. Esta iniciativa surge de un proyecto interinstitucional del que el Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias (Anifap) es la cabeza.
Las materias primas con las que se pretende producir el biocombustible son sorgo dulce (forrajero), remolacha, higuerilla y jatrophea. El maíz, como ocurre en Estados Unidos, está descartado porque el país tiene un déficit en la producción del grano, maíz amarillo principalmente, para el uso industrial y pecuario.
Víctor Pecina, investigador del Anifap ha precisado que iniciativas como la descrita se han desarrollado en otros países como la India, en donde se obtienen producciones de hasta 7 mil litros de etanol por hectárea a partir de la caña de azúcar. A diferencia de la producción del biocombustible a partir de esta materia prima, el sorgo dulce tiene un menor costo y consume menos agua, además de que es fácilmente adaptable a los suelos de la región mexicana.
El sorgo dulce alcanza alturas de 3 a 5 metros y aunque es parecido a la caña de azúcar, tiene el tallo más delgado y es menos fibroso, además tiene la ventaja de que una vez procesado el bagazo puede seguir utilizándose como forraje para el ganado, aunque con el paso del tiempo se pretende utilizar el follaje 100% en la producción.
Entre tanto en la pasada edición de la jornada mundial de la alimentación celebrada en Roma el 16 de octubre pasado, el director de la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO), Jacques Diouf, puntualizó que para el desarrollo y aumento de la demanda de los biocobustibles habrá un incremento de los precios del trigo en un 5%, 12% en el maíz y 15% en los aceites vegetales en los próximos 10 años.