por Alfredo SotolongoAprovechar la experiencia adquirida por los países europeos en el tema del ahorro, en todo sentido, es el camino correcto. Basta con mirar a nuestros vecinos para darnos cuenta de que consumir menos energía es un buen negocio para todos.
Acabo de regresar de Montreal, Canadá, una ciudad con gran influencia europea, sobre todo francesa. Pude confirmar, una vez más, lo arraigada que está la cultura del ahorro en Europa y por ende, en los países con influencia europea.
Pienso que esa cultura se remonta a los años durante y después de la Segunda Guerra Mundial donde se pasó tanta necesidad y se ha transmitido por generaciones. Esta consciencia del ahorro se refleja en las distintas facetas de la vida diaria como la alimentación, los medios de transportación y en lo que nos incumbe a nosotros: la energía.
Considero, como he indicado en ocasiones anteriores, que Europa está mucho más adelantada que el resto de América en el concepto del ahorro de energía, y se lo atribuyo a que la necesidad obliga y no les queda más remedio que minimizar el desperdicio de la comida, el combustible de los automóviles y la electricidad que consumen.
Una verdadera motivación
Aunque no en la misma medida que en Europa, tengo entendido que en Canadá existen muchos incentivos para motivar el ahorro de energía. Las empresas disfrutan de beneficios fiscales que compensan en parte por el costo que representan los programas de investigación.
Canadá tiene plantas hidroeléctricas por lo que el costo de energía es sumamente bajo comparado con las tarifas en nuestros países. Sin embargo, a los canadienses les motiva algo más allá de los beneficios económicos, existe una consciencia popular por la protección del medio ambiente y la ecología.
En ese país tratan siempre de minimizar el desperdicio de energía en los sistemas de aire acondicionado, a pesar de que este no es el que consume la mayor parte de la energía como sucede en nuestros países que se encuentran entre los trópicos de Cáncer y Capricornio.
En nuestros países, donde el aire acondicionado representa casi el 70% del consumo eléctrico total, es imperioso mejorar la eficiencia, especialmente en el corazón del sistema que es la planta central donde se encuentran los enfriadores, las bombas de agua y las torres de enfriamiento.
Consejos prácticos
Para minimizar el desperdicio de energía eléctrica de una forma óptima, no solo debemos aplicar los equipos cuya relación entre capacidad de enfriamiento y su consumo eléctrico sea las más baja, sino también interconectarlos por medio del sistema de control. De este modo, logramos que cada uno opere a cada instante a su óptima relación de capacidad y consumo y, por lo tanto, la planta completa opera a su óptima eficiencia.
SMARDT se encuentra entre los fabricantes canadienses que han invertido grandes recursos en investigación y desarrollo. Ellos fabrican el enfriador centrífugo con las más altas eficiencias en el mercado, esto es producto de su compresor, que al tener balineras o cojinetes magnéticos que no necesitan lubricación, su corriente de arranque es solamente dos amperes y al no necesitar aceite para su lubricación la transferencia de calor se maximiza tanto en el condensador como en el evaporador.
Esta tecnología contribuye en gran medida a obtener certificación LEED y, además, al beneficio ecológico y económico del país.
Felizmente, en varios países de América Latina los ingenieros se están contagiando con la cultura del ahorro de energía, tan arraigada en Europa. Ya están aplicando este tipo de enfriadores que consumen menos energía para producir la capacidad térmica que requiere el edificio.
Además, espero que en un futuro cercano nuestros gobiernos comiencen a ofrecer programas de incentivos que recompensen a empresas que inviertan en el desarrollo de equipos y sistemas para minimizar el desperdicio de energía.
De necesitar más información de cualquiera de los temas tratados en esta columna, favor de comunicarse conmigo al correo [email protected] * Presidente de Protec, Inc., está certificado como ingeniero profesional en Puerto Rico y en el estado de la Florida; tiene más de 40 años de experiencia en la aplicación y venta de sistemas y equipos para la conservación de energía. Es miembro de ASME (American Society of Mechanical Engineers), AEE (Association of Energy Engineers), ASHRAE y fue presidente del capítulo Miami de dicha asociación.