Internacional. La semana pasada se conmemoró el día Mundial de la Eficiencia Energética, una celebración que busca optimizar el uso de este recurso, generar mayor calidad de vida para las personas, a la vez que se reduzcan los niveles de contaminación, en pro de la conservación del medio ambiente.
El día 5 de marzo se abrió de nuevo un espacio para reflexionar y medir el impacto de la actividad humana en la naturaleza, desde la óptica del consumo energético. Esta rememoración mundial surgió en 1998, cuando se llevó a cabo la primera Conferencia Internacional de Eficiencia Energética, en Austria, donde se planteó la importancia de disminuir la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles porque contribuía, y aún lo hace, a la generación de contaminación y gases efecto invernadero en el planeta.
Cómo y para qué se mide la eficiencia energética
Las maneras más usadas que tenemos, a día de hoy, para medir la eficiencia energética es la Norma ISO 50001 y el International Performance Measurement and Verification Protocol (IPMVP).
La primera, según la Organización Internacional de Normalización (ISO) tiene por propósito “facilitar a las organizaciones establecer los sistemas y procesos necesarios para mejorar su desempeño energético, incluyendo la eficiencia energética, el uso y el consumo de la energía” Asegurando que la implementación de esta norma ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero “y de otros impactos ambientales relacionados, así como de los costos de la energía a través de una gestión sistemática de la energía”.
La segunda surge a partir de la publicación en 1995 del Protocolo de verificación y medición de energía de América del Norte, desde donde un bloque de diversas organizaciones internacionales, lideradas por el Departamento de Energía de los Estados Unidos, saca el documento que se convertiría en el estándar de medición y verificación energética en diversos territorios.
Ambos casos contribuyen a un uso más eficiente de las fuentes de energía disponibles. En el caso del IPMVP indica cuatro opciones para determinar los ahorros posibles al consumo. Mientras que la ISO 50001 implica un modelo de sistema de gestión de la energía donde la política energética, la planeación energética, la implementación y operación son verificadas, medidas, analizadas y auditadas, entre otros, para su mejora continua.
Preocupación ambiental y perspectivas a futuro
No obstante, el petróleo, seguido del carbón, sigue siento el recurso no renovable que encabeza como materia prima para la generación de energía, ubicándose alrededor del 30% de la demanda global. La gran desventaja de esto, además de su escasez a futuro, es que de su uso se desprende CO2, contribuyendo a la contaminación y calentamiento global.
En contraste, según datos del Global Energy Review 2021 de la Agencia Internacional de Energía (IEA), en 2020 el petróleo experimentó su mayor caída de demanda histórica llegando a un 8% y la demanda mundial de carbón disminuyó un 4%, mientras que el uso de energías renovables aumentó un 3%. Pero es innegable que estos datos siguen siendo influenciados por las dinámicas que la pandemia por la Covid 19 generó a nivel global, donde destaca el confinamiento y la disminución de movilidad turística y comercial.
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA) el uso de aires acondicionados y ventiladores eléctricos representa el 10% del consumo energético global y se espera un alza en la demanda de estos productos. Dentro de esto se destaca que los estándares obligatorios de rendimiento energético, para las mejoras en la eficiencia, podrían reducir a la mitad el consumo de energía de los sistemas de aire acondicionado.
A modo de cierre, más allá de una normalización de la actividad humana, es precisa una oferta energética que se produzca desde recursos renovables, pero también un uso energético eficiente, que permita el confort humano y la conservación ambiental. Por ejemplo, una gran meta en este sentido es que la demanda de energía del planeta no afecte el cumplimiento de las metas del Acuerdo de París y, antes bien, que se puedan usar de forma masiva y eficiente fuentes energéticas que ayuden a limitar el calentamiento global a 1.5ºC.