El plazo para la eliminación de las sustancias agotadoras de la capa de ozono en los sistemas de refrigeración y aires acondicionados ya se cumplió en Latinoamérica y, según el balance preliminar, se alcanzaron los objetivos propuestos. Sólo falta que los países en desarrollo hagan su parte antes del 2012, para que la tarea esté cumplida.
Por Vanesa Restrepo
Además de ser un año de esperanza en lo que a recuperación económica se refiere, el 2010 implica una evaluación de los logros obtenidos en la aplicación de normas y programas tendientes a cumplir los acuerdos pactados en el Protocolo de Montreal. El plazo para la eliminación total de los CFC se cumplió el primero de enero de este año y por eso ACR LATINOAMÉRICA quiso hacer un recorrido por nuestro continente para verificar los avances que en la materia ha tenido cada país.
La conclusión más importante es que gracias a las medidas que han adoptado los Gobiernos, a través de la restricción a importaciones, la inclusión de licencias y permisos de dispendiosa obtención, además de la carga impositiva fijada a estas sustancias, se ha logrado la eliminación de CFC en nuevos equipos e instalaciones.
No obstante, el “talón de Aquiles” siguen siendo los sistemas existentes, ya que muchos de los nuevos refrigerantes disponibles sólo pueden ser utilizados en equipos especialmente diseñados para ellos. Tal es el caso del R410a, un gas diseñado para reemplazar el R-22, que ha logrado buena aceptación en el mercado gracias a su eficiencia energética, pero cuya presión es superior, por lo que sólo se utiliza en aparatos nuevos.
Las alternativas disponibles
Teniendo en cuenta los plazos establecidos por el Protocolo y las necesidades del mercado, los proveedores de equipos HVACR en América Latina han desarrollado alternativas para la sustitución de sustancias agotadoras de la capa de Ozono.
Las opciones, en el caso de retrofits para R-22, son diversas. En primera instancia, se cuenta con el R-422d y el R-417a cuya ventaja principal es que “a pesar de ser HFC’s no requieren realizar el cambio de aceite, puesto que son compatibles con aceites minerales”, asegura Juan Paulo Hernández, representante técnico y de ventas para fluoroquímicos en DuPont de Colombia S.A.
Hernández precisó que otra de las alternativas disponibles es el R-410a, un gas diseñado para equipos nuevos “es decir que su diseño y componentes del sistema, (compresores, tuberías, etc.), son exclusivos para trabajar con este gas debido a las altas presiones que maneja”.
Pero no siempre los clientes pueden asumir el costo de un cambio total en los equipos, por lo que los fabricantes desarrollaron gases del tipo HCFC, con características especiales que les permiten trabajar en aquellos sistemas de refrigeración, tal es el caso del R-407c, que tiene presiones similares al R-22.
Sin embargo, según indicaron los fabricantes, se deben hacer ajustes mínimos, como cambiar el tipo de aceite de mineral a sintético y, dependiendo del tipo de equipos, ajustar o cambiar el dispositivo de expansión, para obtener el máximo desempeño. “En todo caso antes de proceder con un retrofit, es importante revisar las recomendaciones/guías del fabricante del equipo”, precisó el representante de Dupont.
¿Qué hemos logrado?
Una vez suscrito el acuerdo de Montreal, los países firmantes establecieron sus propios cronogramas para la sustitución gradual de las sustancias agotadoras de la capa de ozono. En el caso de los países en desarrollo, dentro de los que se incluye Latinoamérica, la asistencia del Fondo Multilateral para la aplicación del Protocolo de Montreal, ha permitido que desde 2005 se eliminen más de 190.000 toneladas de sustancias que deterioran el ozono, lo que implica un cumplimiento de las metas de más del 70% de los totales correspondientes a los países en desarrollo, además de la firma de acuerdos destinados a lograr la reducción en porcentajes superiores al 90%.
En el caso latinoamericano, México y Brasil fueron los que más se apersonaron de la situación, ya que son países con actividad industrial en desarrollo y grandes perspectivas de crecimiento por cuenta de la inversión extranjera y la expansión de las empresas locales. Así las cosas, ambas naciones crearon legislaciones propias que apuntan a anticipar las metas previstas originalmente en el Protocolo. En el caso de México, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales determinó que, en el caso de las sustancias CFC-11, CFC-12, CFC-113, CFC-114 y CFC- 115, se estableciera un límite máximo de cantidades almacenadas de 979 toneladas por año desde 2010, al tiempo que prohíbe el consumo de dichas sustancias a partir del primero de enero.
La inversión total del gobierno y las empresas mexicanas para reducir las emisiones de sustancias que afectan la capa de ozono llegó a US$200 millones, según informó el jefe de la Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, ONUDI, Kai Bethke.
De igual forma, para reforzar las medidas estatales, a finales de 2009 se creó el Programa de Eliminación de Clorofluorocarbonos en la Producción de Inhaladores de Dosis Medida, que busca eliminar un remanente de 90 toneladas de CFC, lo que implica una reducción directa 800 mil toneladas de CO2 a la atmósfera. A ello se suma la capacitación de más de seis mil técnicos en refrigeración y el cambio de los sistemas de refrigeración y aire acondicionado utilizados en escuelas y organismos estatales.
Chile, por su parte, logró reducir el consumo de CFC durante el año 2008 hasta 47,88 toneladas ponderadas por el potencial de agotamiento de la capa de ozono (ton PAO), partiendo de una línea base de 828,7 ton PAO (promedio de los años 1995-1997). El consumo de halones de Chile durante el año 2008, se redujo a cero ton PAO, luego de tener un consumo máximo promedio de 8,5 ton PAO (ponderado entre 1995-1997). El uso de tetracloruro de carbono en ese país también pasó de 0,6 ton PAO, entre 1998 y 2000, a cero en 2008.
Según informó la Comisión Nacional del Medio Ambiente de Chile, Conama, “la prohibición del consumo de CFCs, halones y tetracloruro de carbono, se inicia a partir del 01 de enero de 2010, por lo que el país no podrá importarlos a partir de esa fecha. Cabe señalar que en Chile no hay producción de ninguna de las sustancias agotadoras de la capa de ozono”.
Cambios en la tendencia
Como resultado de la prohibición de fabricar sistemas de refrigeración o AC que utilicen CFC's y la restricción a las importaciones, la venta de nuevos refrigerantes más ecológicos ha tomado fuerza. Así lo confirma el representante de Dupont en Colombia, quien afirmó que “gases como el 407C, 410A, 422D, 417A (sustitutos del HCFC-22 o R-22), 422A (reemplazo del CFC-502 o R-502) y el 437A (CFC-12 o R-12), han tenido un aumento significativo en su demanda y esperamos que esta continúe creciendo de manera acelerada este año”.
No obstante, lo que se ha logrado es sólo un primer paso en el largo camino de establecer industrias con el menor impacto ambiental posible. Para eso, los fabricantes y proveedores trabajan en el desarrollo de soluciones que no sólo no degraden la capa de ozono, sino que también tengan un mínimo impacto en fenómenos como el efecto invernadero y las lluvias ácidas que, hoy por hoy, afectan a la mayoría de las metrópolis de Latinoamérica y los países desarrollados.
Recuadro 1
Nuevos refrigerantes
Los nuevos refrigerantes expuestos en el artículo y en la Tabla 1 tienen como materias primas principalmente la fluorita, los hidrocarbonos y el ácido sulfúrico, en los que se involucran operaciones de depuración, secado, además de diferentes etapas de destilación que garantizan la pureza y calidad de los productos.
De acuerdo con Juan Paulo Hernández, de Dupont, la gran diferencia entre los HFC’s, como el 407c y el 410c, y los CFC’s y HCFC’s es que los primeros son moléculas libres de cloro, por lo tanto no dañan la capa de ozono, es decir que su PAO (Potencial de Agotamiento de Ozono) es cero, a diferencia de sus predecesores como el CFC-12, CFC-502 y el HCFC-22 que sí lo hacen.
Recuadro 2
HCFC y efecto invernadero
En febrero de 2010, la revista Journal of Physical Chemistry publicó el artículo “Hydroxyl Radical Substitution in Halogenated Carbonyls: Oxalic Acid Formation” basado en la investigación de varios científicos estadounidenses que plantean que los compuestos halogenados, incluyendo reemplazos de CFC, pueden oxidarse en carbonilos halogenados al llegar a la atmósfera, lo que podría tener implicaciones más allá de la destrucción del ozono atmosférico, como por ejemplo la generación de lluvias ácidas.
“Se ha demostrado que los carbonilos hidrogenados tienen el potencial de convertirse en ácidos orgánicos en la atmósfera…” señala el artículo en alusión directa al efecto invernadero que estos gases desencadenan, y sugiere que son necesarios varios estudios para establecer cuáles son realmente los efectos de los HCFC en el medio ambiente y tomar las medidas necesarias para evitar un daño de grandes proporciones.